Un perro consuela a un potro de 9 días que perdió a su madre repentinamente
En este duro mundo, podemos enfrentarnos a todo tipo de tragedias. Una de las más dolorosas es, sin duda, la pérdida de un ser querido.
Entonces toda nuestra vida se derrumba y la vida parece muy difícil. Pero a menudo un rayo de luz brilla en esa oscuridad en forma de amistad incondicional que puede curar incluso las heridas más profundas.
Esta es una conmovedora historia sobre la amistad.
La granja
Karla Swindle es una persona de buen corazón que siempre ha amado a los animales. Ha abierto la granja S&K Quarter Horses Farm en Fayette, Alabama. Es un lugar donde se cuidan caballos y otros animales. A lo largo de los años, ha vivido muchas historias, pero un suceso se le quedó grabado.
Una nueva vida y una pérdida repentina
En un soleado día de marzo, una yegua de 22 años dio a luz a un diminuto potrillo. Debería ser una bonita historia, el amor de una madre por su bebé. Pero sólo siete días después, la yegua enfermó gravemente y murió. Dejó solo al potro.
Tye, el potro bebé, estaba desolado. Había perdido a su madre y las cosas no pintaban bien. Pero a veces la ayuda llega de lugares inesperados.
Un vínculo especial
Cuando murió la madre de Tye, Karla decidió pasar tiempo con el potro en el establo. Pero entonces ocurrió algo sorprendente. Su perro Zip también estaba allí. No quería irse. Quería quedarse con Tye.
"Estaba llorando", dijo Karla. "Se notaba que Zip sabía que algo iba mal aquella noche".
Zip sabía que Tye estaba triste y necesitaba un amigo. Así que se quedó con ella para consolarla. Karla estaba tan conmovida que lloró y esa noche el establo se llenó de lágrimas de alegría y de tristeza.
Durante seis semanas, Zip permaneció al lado de Tye. Corría al establo, esperaba a Karla y se ponía delante. Cuando Tye se tumbaba, apoyaba su cabeza en ella. Zip era como un ángel de la guarda para Tye.
"En cuanto abría la puerta, me arrollaba antes de que pudiera entrar", añadió. "Si el potro estaba tumbado, se acercaba y le ponía la cabeza encima".
Con el tiempo, Tye creció y se puso más sano. Zip fue como un padre adoptivo para Tye, asegurándose de que le iba bien. Tye pasó más tiempo con su hermana mayor y aprendió a ser un caballo.
Zip estaba contento porque sabía que Tye iba por buen camino. Aunque no pasaban mucho tiempo juntos, siempre tuvieron un lugar especial en sus corazones el uno para el otro.
Una historia que conmovió al mundo
Karla compartió la historia de Zip y Tye en su página de Facebook. Pronto conmovió los corazones de personas en Estados Unidos e incluso en otros países.
La singular amistad de Zip y Tye nos recuerda que el amor no tiene límites. Incluso ante una gran pérdida, un fiel amigo de cuatro patas puede aportar consuelo y esperanza. Su historia es un maravilloso ejemplo de cómo el amor y la bondad pueden curar incluso las heridas más profundas.
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