Un abuelo de 94 años comparte una dulce costumbre con los perros de sus vecinos

Amira_Lopez
Por Amira López
Actualizado: 6 diciembre 2024
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Hace años, era habitual que los vecinos se reunieran y mantuvieran una estrecha relación.

Se invitaban mutuamente a una barbacoa o a jugar a las cartas. Como mínimo, conocían a sus vecinos por su nombre y se saludaban.

Hoy en día, no es tan común hacer amistad con los vecinos y a menudo ni siquiera conocemos a nuestros vecinos.

Todavía hay barrios en los que no sólo se conoce a los vecinos, sino que se entabla amistad con ellos.

La historia de Charlie y Doug

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En un barrio de Carolina del Sur vivía una familia feliz con dos perros adorables llamados Charlie y Doug.

Estos leales amigos de cuatro patas no sólo eran queridos por sus familias, sino que se hacían amigos de todos los vecinos y contagiaban su alegría moviendo la cola y haciendo travesuras.

Un día, Kimberly estaba observando su patio desde la ventana. De repente, vio que su vecino de 94 años, el Sr. Bill, se acercaba lentamente a su valla con algo en la mano.

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Se quedó allí esperando y miró hacia el jardín. Kimberly tenía tanta curiosidad por lo que estaba pasando que cogió su teléfono para hacer fotos, ¡y nos alegramos mucho de que lo hiciera!

En el vídeo, el Sr. Bill se acerca a la valla con galletas en la mano para sus nuevos amigos. Esperó pacientemente a que los perros se fijaran en él.

Esto se había convertido claramente en una rutina, ya que los perros corrían hacia él excitados en cuanto le veían.

Charlie no tardó en llegar e incluso intentó coger más antes de que llegara Doug. El Sr. Bill, un buen amigo, se aseguró de que ambos perros recibieran sus galletas.

El vídeo se hizo viral y hasta la nieta del Sr. Bill lo vio. Le dio las gracias a Kimberly por compartir esta conmovedora escena.

"Somos muy afortunados por habernos mudado a su lado", afirma Kimberly.

Y así, la historia de Charlie, Doug y el Sr. Bill demostró lo bueno que puede ser cuando los vecinos se hacen amigos.

De hecho, el mundo necesita más bondad como la del Sr. Bill, en la que actos sencillos como compartir golosinas crean un vínculo que calienta los corazones de todos los implicados.

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