Un cachorro hambriento da el último trozo de pan a sus salvadores
Puede que los perros no sepan hablar, pero sus acciones dicen más de su carácter que cualquier palabra.
Gunnar, un cachorro de siete semanas, era un buen ejemplo de ello.
Enseñó al mundo entero una valiosa lección de vida y demostró que los perros son criaturas verdaderamente desinteresadas, con un gran sentido de la gratitud y el afecto, así como la capacidad de perdonar y olvidar.
Este cachorro hambriento, enfermo y abandonado se las arregló para mover la cola y compartir su último trozo de comida con las personas que acudieron a rescatarlo.
Salvados por Sidewalk Specials
La historia de Gunnar, de la desesperanza a una nueva esperanza, comenzó cuando un grupo de personas encantadoras de Sidewalk Specials lo encontraron.
Le habían dejado en un lugar sucio, rodeado de basura y con sólo un poco de comida, que probablemente había encontrado entre los desperdicios.
El rescate se grabó en un vídeo conmovedor, en el que se ve cómo Gunnar apenas podía ver a través de todo el barro que lo cubría.
Pero cuando el equipo de rescate de Sidewalk Specials se le acercó, se emocionó al darse cuenta de que lo estaban rescatando.
Llevaba una rebanada de pan con tanta alegría y emoción, que rompió el corazón no sólo de sus salvadores, sino de todos los que vieron el vídeo de su rescate.
Uno de los rescatadores dijo: "Llegamos justo a tiempo. Su actitud absolutamente positiva le hizo seguir adelante".
Lo llevaron al veterinario para que lo examinara a fondo y allí descubrieron lo enfermo que estaba.
Tenía infecciones por garrapatas, fiebre por garrapatas, lombrices y anemia.
Estos problemas de salud suponían un grave riesgo para su bienestar general.
Puede que el pequeño tamaño de Gunnar fuera una de las razones por las que sobrevivió, pero su energía positiva y sus ganas de vivir eran aún más especiales.
Uno de los rescatadores dijo: "Llegamos justo a tiempo para él. Llevaba una semana con frío, asustado y solo. Su actitud absolutamente positiva le hizo seguir adelante".
Un hogar lleno de amor
La historia de Gunnar dio un giro positivo cuando fue acogido en un hogar de acogida.
Sin embargo, no permaneció allí mucho tiempo.
Freya, amante de los perros, conoció a Gunnar e inmediatamente sintió un "clic".
Ella le abrió su corazón y su hogar. Gunnar agradeció el amor y los cuidados recibidos.
Freya lo describió así:
"No tuvo ninguna dificultad en abrirse a nosotros. Daba la sensación de que estaba muy agradecido por haber sido rescatado".
El nuevo hogar de Gunnar le introdujo en un mundo de maravillas.
Una de las cosas que más le fascinaba era la hierba. Gunnar nunca había visto hierba y, cuando pisó un campo de césped por primera vez, su curiosidad y excitación fueron evidentes.
Le encantaba jugar al aire libre, correr y perseguir su juguete favorito.
Pero Gunnar tenía una ocupación única que le hacía aún más especial.
Se obsesionó con coleccionar piedras. No cualquier piedra.
Buscó lo que creía que era la "piedra perfecta" y se la enseñó orgulloso a su familia. Freya le llamaba su "pequeña estrella del rock".
Gunnar, el hermano adoptivo
Freya se convirtió en madre de acogida en 2020 y desde entonces Gunnar ha tenido la oportunidad de interactuar con muchos otros perros.
Como es un perro muy sociable y le encanta pasar tiempo tanto con personas como con otros animales, la tarea de ser hermano de acogida no supone ningún problema para Gunnar.
Le encanta jugar con otros amigos de cuatro patas y enseñarles el camino por la casa y el jardín.
Gracias a la encantadora gente de Sidewalk Specials, Gunnar se ha convertido en un precioso perro al que su madre Freya quiere y cuida.
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