Una perra triste se niega a abandonar su casa tras la muerte de su dueña

Cuando la perra Amber se encontró en una casa vacía tras la repentina muerte de su dueño, todo su mundo se vino abajo.

Pero este perro no salió por la puerta y se mantuvo leal hasta el final a pesar de todo.

Un perro solitario

Tras la muerte de su dueño, Amber se encontró ante una casa vacía, perdida y asustada.

No sabía qué hacer ni adónde ir.

Los habitantes de Aullido de Perro la encontraron allí, tumbada bajo la casa destruida, temblando de miedo.

En cuanto los vio, huyó a una distancia prudencial.

Aparte de que su dueño había muerto y de que llevaba meses viviendo frente a una casa vacía, no tenían más información sobre lo que había pasado esta pobre perra.

Pero el mero hecho de que la hubieran dejado toda la noche sin su amante y sin un hogar cariñoso explicaba su comportamiento.

Pasara lo que pasara, esa gente no iba a rendirse y la siguieron durante un buen rato mientras ella huía ansiosamente de ellos hasta el borde del patio.

Finalmente, consiguieron atraerla a una habitación de la casa.

Allí vieron un rayo de esperanza en sus ojos y eso bastó para motivarlos a hacer cualquier cosa para ayudarla.

Ya había pasado demasiado tiempo en una casa vacía con el corazón vacío.

Ya era hora de que volviera a sentir verdadera felicidad.

La cubrieron de amor y atención para ayudarla a curar las heridas de su pasado.

La llevaron al veterinario, donde recibió atención médica para las garrapatas y la enfermedad que había contraído.

Un nuevo comienzo

Con el paso de los días, Amber fue mejorando. Hizo nuevos amigos y empezó a creer de nuevo en la felicidad.

Con la ayuda de una encantadora mujer, Tatjana, Amber encontró un hogar de acogida con Brigit y Lars, que la colmaron de amor y cuidados.

Estaba destinada a quedarse allí sola hasta que encontrara un hogar definitivo.

Pero las cosas cambiaron. Estas dos maravillosas personas se enamoraron tanto de ella que decidieron adoptarla.

Con Brigit y Lars a su lado, Amber supo que por fin había llegado al lugar al que realmente pertenecía.